Hijos Ilustres

30 de marzo de 1900 – 22 de enero de 1981
 
Lexicógrafa. Hija y nieta de médico rural, su familia se trasladó a Madrid en 1904; allí María, junto a sus hermanos, estudiará en los ambientes culturales de la Institución Libre de Enseñanza, donde nacerá su pasión por la gramática. El abandono del padre, que marchará a Argentina en 1914 para no regresar, truncará la vida familiar.

Su madre, Matilde Ruiz (natural de Longares), decide regresar a Aragón en 1915, instalándose en Villarreal de Huerva y, posteriormente, en Zaragoza. María prosigue sus estudios en el Instituto Goya, e ingresa después en la Universidad para cursar la carrera de Filosofía y Letras en el viejo edificio de la Magdalena, cuando la presencia de la mujer en la Universidad era escasa. Se licencia en Historia con Sobresaliente y Premio Extraordinario.

En 1922 entra en el Cuerpo de Archiveros siendo destinada a Simancas y después a Murcia, donde conoce a su marido, el catedrático de Física Fernando Ramón Ferrando. Contraen matrimonio en Sagunto en 1925 y hacia 1929 se trasladan a Valencia, donde participan en los proyectos culturales de la II República.

María Moliner enseña Gramática y Literatura en la Escuela Cossío; es vocal del consejo directivo, y secretaria de la Asociación de Amigos; colabora en las Misiones Pedagógicas y en la organización de las bibliotecas populares; también dirige la biblioteca de la Universidad de Valencia (1936-37) –donde es profesor su marido- , y la Oficina de Adquisición de libros y Cambio Internacional. Tras la guerra, ambos son represaliados: ella con pérdida de 18 puestos en el escalafón, y su marido con tres años de suspensión de empleo y sueldo (años más tarde serían rehabilitados).

En 1946 se instalan en Madrid con sus cuatro hijos, y María Moliner pasa a dirigir la biblioteca de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de Madrid. Entre 1950 y 1965 va redactando, ficha a ficha, el Diccionario de Uso del Español (DUE), que publicará Gredos en 1966 gracias a la mediación de Dámaso Alonso. Doña María, que ha tenido que compaginar la ingente tarea con su trabajo en la biblioteca y la atención a su familia, escribe en la dedicatoria: “A mi marido y a nuestros hijos, les dedico la obra terminada en restitución de la atención que por ella les he robado”. En 1972, dos años después de su publicación, es propuesta por Rafael Lapesa, Pedro Laín Entralgo y el duque de la Torre como candidata a la Real Academia Española, pero sin éxito ya que resultó elegido su oponente, Emilio Alarcos; además del prestigio de éste, en la decisión pudo pesar su condición de mujer y la trayectoria vital de María Moliner.

En 1972 muere su esposo, y ella vive sus últimos años privada de la lucidez por una arterioesclerosis cerebral.

El Diccionario de uso del Español (1966), obra monumental que ocupó quince interesantes años de actividad, es su más valiosa aportación a las letras hispanas.

En él, intentó superar los límites de un diccionario clásico insertando en cada entrada léxica, además de definiciones, las asociaciones semánticas y conceptuales de cada vocablo y la referencia a los orígenes, usos gramaticales y expresiones cotidianas de lengua viva.

En los dos extensos volúmenes publicados por la editorial Gredos acoge más excepciones que el Diccionario de la Real Academia Española y define los diferentes campos semánticos según las conocidas familias de palabras que agrupan los términos de significación más próxima.

Aparte del D.U.E., María Moliner publicó en 1937 las Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas y en 1939 el Proyecto de Bases para la organización de las bibliotecas del Estado, aunque en ninguna de las dos obras figuraba el nombre de la autora.

El Centenario

El 30 de marzo de 2000 se cumplieron cien años del nacimiento de María Moliner. Para conmemorarlo, el Gobierno de Aragón, en colaboración con la Institución “Fernando el Católico” y el Ayuntamiento de Paniza, diseñó un plan de actividades bajo la denominación: Cien años de pasión por las palabras. La Comisaría del Centenario fue la catedrática de la Universidad de Zaragoza, María Antonia Marín Zorraquino, que dirige también  la Cátedra “María Moliner” de la I.F.C. El Centenario pretendió difundir la figura y la obra de la lexicógrafa aragonesa, divulgando sus aspectos más desconocidos (entre ellos su compromiso social).

Poeta y novelista, nace en Paniza (Zaragoza) en 1912. Licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid y doctor en Letras, impartió clases de filosofía en la Universidad de Zaragoza, y literatura española en Nueva York.   

Él mismo se considera adscrito a la Generación de 1936, a la par que los críticos le vinculan al grupo de la revista “Hora de España”. Su primer poemario lo publica en 1931 con el título “Borradores”, al que le sigue “La voz cálida” en 1934, publicado en la revista literaria “Literatura”, fundada por él y Ricardo Gullón, con el que logra un reconocimiento en el panorama poético español de la época. Con la Guerra civil española, vive la experiencia de la cárcel en Teruel, y pierde su puesto administrativo. Publica una “Historia de la literatura universal” y una importante traducción en verso de “Os Luisiadas” de Camoens, hasta que marcha a Estados Unidos, en respuesta a la llamada de su amigo el escritor Francisco Ayala.
Cercanos a la poesía social de posguerra son sus versos publicados en “Poemas de dolor antiguo” (1945) y “Homenaje a Goya” (1946, revisado y retitulado en 1972 como “Luz sonreída, Goya, amarga luz”). Más intimistas son “El tiempo recobrado” (1950), casi autobiográfico, “El incurable” (1957) y “Los días del hombre” (1968). Otros poemarios son “Elegía total” (1976), “Poemas del tiempo y del poema” (1973), “Las Colinas” (1990) y la antología “Hombre en su tierra” (1978).     

Son novelas suyas “La moneda en el suelo” (1951), “Juan Pedro el dallador” (1953), llevada al cine en 1969 por José Luis Gonzalvo con el título “Historias de una raza”, y “Pueblonuevo” (1960). Ha cultivado también el ensayo, con trabajos sobre literatos como Benjamín Jarnés y Mor de Fuentes (“Escritores aragoneses -ensayos y confidencias”, 1979) y sobre “Valle-Inclán, Azorín y Baroja” (1975), además de un libro de cuentos, “La muerte hizo su agosto” (1978). Fue Premio Aragón en 1992.

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Nació en Paniza (Zaragoza) el 12 de abril de 1891.

Fue elegido Académico el 4 de marzo de 1931, leyendo su discurso de ingreso el 8 de abril de 1932, que versó sobre Mecánica Cuantista.

Vicepresidente de esta Academia de 1958 a 1966, en que fue nombrado Presidente, hasta su fallecimiento ocurrido el 21 de febrero de 1970.

Una de las figuras más eminentes de su especialización en investigaciones cristalográficas y físico químicas, y en la medida de radios atómicos y distancias interatómicas.

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Médico formado en la Universidad de Zaragoza. 

Siendo profesor auxiliar de Anatomía fue pensionado por la Universidad para que ampliara sus estudios en el extranjero, período en el cual realizó numerosas investigaciones anatómicas. A su vuelta, trabajó en Zaragoza, enriqueció el museo anatómico con valiosas preparaciones y posteriormente obtuvo por oposición la cátedra de Anatomía Descriptiva y Técnica Anatómica de Cádiz, trasladándose después a Zaragoza. Permaneció conectado con los científicos europeos y publicó sus trabajos. Fue académico y vicedecano de la Facultad de Medicina durante un prolongado período de tiempo.

D. Domingo Agudo Cebrián nació en Paniza en 1894 y falleció en Zaragoza en 1949. Fue un sacerdote aragonés muy adelantado a su tiempo; Era doctor en Teología y licenciado en Filosofía y Letras, profesor del Seminario de Zaragoza, coadjutor de la Parroquia de Altabás, periodista, músico, escritor de teatro, poeta, latinista y junto a todo esto, una gran autoridad en Psicología Experimental. Como bien he visto escrito en más de un artículo dedicado a su figura, hacía honor a su apellido “Agudo”.

El cariño que sus coetáneos le profesaban hizo que se le dedicaran dos calles; una en su pueblo natal—Paniza— y otra en el —Arrabal de Zaragoza— su barrio de acogida, ya que cuando falleció estaba de coadjutor en la parroquia de Altabás en dicha zona.

Científico, que colaboró con la estación espacial rusa MIR, y realizó importantes estudios sobre aminoácidos.

Gregorio Ramón Cebrián (1910-1990), que dedicó toda su vida al estudio de la Farmacología, descubriendo preparados que tuvieron y siguen teniendo aplicación en la oftalmología y en algunos tipos de cáncer, así como en el tratamiento de las fachadas de edificios para evitar el mal de la piedra.